miércoles, 27 de abril de 2016

Londres

82 Perry Rise 
  London SE23 2QL 
Reino Unido 
Domingo, 21 de Abril 6:30 AM

Londres se despierta entre nubes de algodón sucio. Los débiles rayos de luz se cuelan por las pesadas cortinas rosas de la habitación. El vaho de los cristales difumina la silueta de la ciudad: hileras de casas victorianas, de un desteñido color pastel, y en la parte delantera, jardines descuidados donde despuntan los tulipanes como manchas de colores entre las malas hierbas.
Sonido de pasos y traqueteo de maletas que se ahogan en las gruesas moquetas del suelo.
Ambiente melancólico, sabor a adiós en las comisuras de los labios.
Emana de la cocina un olor a despedida, a tostadas, a zumo de naranja. En la encimera, bolsas de plástico con sándwiches de mantequilla y patatas fritas para el viaje de vuelta.
Mucha ilusión, muchas emociones, muchas anécdotas recién guardadas en forma de recuerdos, como si fueran ropa mal doblada y metida rápidamente y sin mucho cuidado en la maleta.

Atrás quedaron los nervios del embarque en Santander, la alegría al conocer a las familias de acogida, atrás el Big Ben, los paseos por la orilla del Támesis, las escalinatas de la plaza de Trafalgar Square, los tesoros de las antiguas civilizaciones acumulando polvo tras las vitrinas de los museos, las tiendas de lujo, los escaparates exhibiendo el desenfrenado consumismo tan típico de la ciudad. Solo las fotografías y la memoria guardarán los vestigios de nuestro paso por ese maravilloso lugar: los días que pasé riendo, vagando felizmente por las calles de Londres, las visitas a los colegios de Oxford y Cambridge, donde fantaseé imaginando lo fantástico que sería estudiar algún día allí. 

Definitivamente me costó mucho cerrar la maleta aquella mañana de domingo. Quizás fue el simple hecho de tener que volver, añadido al conocimiento reprimido de que aunque a lo largo de mi vida regrese a Londres, no será lo mismo. Nunca volverá a ser finales de Abril del 2016.

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